Lucho Tempestilli

Convivir con nada

jueves, 23 de abril de 2009


La convivencia es dura, difícil, poco tolerable. Pero como es convivir con nada? También lo es. Bueno esto es complicado de explicar, porque yo convivo con alguien que es nadie. No lo veo, no lo toco, no comemos juntos, no vemos tele juntos, no charlamos, no hacemos nada, ni siquiera lo veo, en otras palabras no lo conozco. Sólo tengo un dato, que es hombre y que es mago. Se que es hombre porque no conozco a ninguna mujer que haga magia, existen mujeres magas?. Y ahora les voy a contar porque descubrí que era mago. Me mudé a una casita humilde y acojedora, lleve todas mis cosas, libros, muebles, cuadros. Hasta ahí estaba todo bien, pero cuando llevé mi ropa algo no estaba funcionando como siempre. Mis calzones empezaron a tener agujeros de un día para el otro, y yo estaba seguro de que no me los había enganchado con nada, tampoco es que estaba en calzones por todos lados, pero la ropa salía después de su lavado en perfectas condiciones, menos los calzones. Otra prenda que me trajo problemas fueron las medias, con un par de días de uso las abandonaba como a los zapatos viejos, eso diría Sabina, y hacía una gran acestada con el par de medias hecho bolita, como si fuera Coby Briant. Cuando llegaba el turno de un buen baño para ese par de calcetines, faltaba 1 para el par, pero peor aún, sino faltaba, me cambiaba de color. Me ha pasado dejar un par de medias sucio de color blanco y al otro día una de las dos medias había cambiado de color, de blanco pasaba a ser azul, o negro, o verde, etc etc.
Claro, era él, el mago, o no le caía nada bien, o simplemente estaba ensayando conmigo los trucos que iba a realizar en el teatro el fin de semana.
Ni hablar del desorden que encontraba cuando volvía de trabajar, claro, el señor dormía y ni siquiera hacia la cama, comía y ni siquiera levantaba la mesa, todo estaba patas para arriba.
Así es convivir con nada, difícil. A veces le hablo aunque no me responda, y siempre le digo, que el truco que menos me gusta, es que se haga invisible.

Marcas en la cara


Manu dijo "la vida es una tómbola" y creo que así es. El tiempo todo lo deteriora. Tras un atentado en donde mueren cientos de personas, todo sigue funcionando, todo queda en el olvido. Miles de generaciones aparecen y desaparecen, todo se renueva y todo sigue funcionando. Que lindo es ver a esos abuelos caminando por la calle con casi un siglo sobre su espalda, tan diferentes a nosotros quienes vivimos tiempos muy diferentes a los que vivieron ellos con las pilas bien cargadas. Hay abuelos que son amigos, abuelos que son padres, abuelos que son tios, abuelos que lamentablemente son hijos y abuelos que son abuelos. Que agradable es charlar con una abuela, esa persona cuya mirada perdida y lagrimosa refleja una inmensa saviduría, esa persona a quien la gravedad hizo estragos en su columna vertebral, esa quien tiene la voz tan calma y a quien, en la mayoria de los casos, le encanta hacer manualidades sentadita al sol tomando unos amargos. En mi caso, pocas veces la acompañé en sus tardes solitarias y pocas veces tube charlas profundas con ella, creo que debe ser porque nosotros, los todavía jovenes, estamos mucho más acelerados y no tenemos la suficiente paciencia como para seguir su trote, pero les aseguro que las veces que le dediqué un tiempo para charlar, me sentí muy bien y fué muy agradable. Las abuelas son dulces, amorosas, simpáticas, viven para complacer a los nietos y para hacer chalequitos de lana a todos los integrantes de la familia. Tarde o temprano vamos a tener nietos y vamos a tener que cumplir con el mismo rol, por eso el tiempo transcurre y se van dando muchos cambios. Con mis años todavía verdes, ya lo noté, palabras como "melancolía" y "recuerdos", tienen otro protagonismo en mi vida. Ahora, cosa que antes ni siquiera pensaba, me preocupo por tener una buena obra social para mi y para mi familia y las moneditas que antes perdía o dejaba abandonadas por ahí, ahora las guardo en un saquito boliviano tejido a mano.
Con un empujoncito o no, todo sigue funcionando, mientras tanto, espero en guardia y con la frente bien alta al próximo invierno, total llevo puesto mi chalequito antibalas tejido por mi abuela.